El mundo es pequeño y él logró encontrarme, bienvenido a mi vida.
Es inevitable. Él es tan inevitablemente adorable. No hay nadie que me llegue como él lo hace. En el fondo creo que lo supe desde la primera vez.
Cierro lo ojos, y sin quererlo me viene a la cabeza. Me vienen imagenes repentinas. Extrano estar juntos.
Y quiero estar ahí, en el lugar que nos vio enamorarnos día tras día, el que nos vio comernos a besos.
Que hoy doi el mundo por tí, y mañana también.
Gracias por decir "sin tí, no hay mí". Gracias por tus caricias, tus te quieros, tus besos en la nariz, tus mordiscos. Gracias por crear de los mejores recuerdos. Aunque reir es arriesgarse a parecer imbécil, por él soy cien mil veces imbécil.
He guardado todas y cada una de las cartas que me mandó. Incluso la primera, que estaba en un trozo de papel arrugada. En el momento en el que se le extendía una sonrisa en su cara, yo sonreía simultáneamente. No se querer a medias. Y me encantan todas estas ganas locas de querer.
Todo se reduce a un te amo. Porque, joder, si es sincero, no hay nada mejor.
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